El caballero del jubón amarillo

Género: Narrativa histórica
Serie: Quinto libro de la serie del Capitán Alatriste
Publicado en: 2003
Sinopsis: «Don Francisco de Quevedo me dirigió una mirada que interpreté como era debido, pues fui detrás del capitán Alatriste. Avísame si hay problemas, habían dicho sus ojos tras los lentes quevedescos. Dos aceros hacen más papel que uno. Y así, consciente de mi responsabilidad, acomodé la daga de misericordia que llevaba atravesada al cinto y fui en pos de mi amo, discreto como un ratón, confiando en que esta vez pudiéramos terminar la comedia sin estocadas y en paz, pues habría sido bellaca afrenta estropearle el estreno a Tirso de Molina. Yo estaba lejos de imaginar hasta qué punto la bellísima actriz María de Castro iba a complicar mi vida y la del capitán, poniéndonos a ambos en gravísimo peligro; por no hablar de la corona del rey Felipe IV, que esos días anduvo literalmente al filo de una espada. Todo lo cual me propongo contar en esta nueva aventura, probando así que no hay locura a la que el hombre no llegue, abismo al que no se asome, y lance que el diablo no aproveche cuando hay mujer hermosa de por medio.»
La nueva novela del capitán Alatriste se desarrolla en el mundo de los corrales de comedias del Madrid del XVII. Cruzándose con viejos amigos y viejos enemigos, y con los personajes famosos de la época, como Lope de Vega, Calderón de la Barca y el capitán Alonso de Contreras, Diego Alatriste e Íñigo Balboa se enfrentarán a una conspiración en la corte de Felipe IV.
Lances, estocadas, intrigas palaciegas y aventuras amorosas salpican un relato de acción trepidante.

Opinión:
Arturo Pérez-Reverte es uno de esos autores que cuenta con el beneplácito de la crítica y de los lectores y que parece que de su pluma solo salen obras maestras (intentad encontrar una crítica negativa a una de sus obras y sabréis a qué me refiero). Es cierto que no escribe mal, que las historias que cuenta son entretenidas y que están adornadas con el desparpajo de lo «políticamente incorrecto», pero de ahí a considerarlo un genio hay mucho trecho.
Habré leído las tres cuartas partes de su obra y, para mi desdicha, el que en un principio era un autor que me atraía sobremanera se ha ido convirtiendo en un autor al que me cuesta leer. Aunque este cambio ha sido paulatino, el punto de inflexión lo marcó este libro.

Después del desencanto que me llevé tras leer «El oro del rey» comencé a leer este libro con la esperanza de volverme a encontrar con el Pérez-Reverte que me encandiló con «El sol de Breda» y «El maestro de esgrima», confiado por las buenas críticas que había leído sobre él.
Desgraciadamente solo me sirvió para terminar de darme cuenta de algo que ya intuía después de leer «El oro del rey» pero que me resistía a admitir; el concepto de Alatrite estaba totalmente exprimido.

Este libro se puede considerar como un «más de lo mismo» y si bien eso no es malo si el producto es bueno (AC/DC sigue componiendo la misma canción una y otra vez y no por eso dejan de encantarme) cuando el producto ya no es tan bueno la cosa cambia.

En esta novela volvemos a encontrarnos con nuestros conocidos personajes, tan conocidos que se vuelven completamente predecibles, ya que no existe ninguna evolución en su personalidad; hasta Íñigo, que ya tiene unos añitos, sigue pensando igual que cuando era un niño salvo por el hecho de que ha hecho suyos los pensamientos de su amo y ahora es por su boca por la que salen los cansinos y continuos juicios sobre el origen de los males que asolan España (digo cansino porque al final me cansa escuchar una y otra vez la misma idea, a saber: unos reyes idiotas, un clero fanático y un pueblo ignorante y supersticioso que se dejó llevar como ovejas al matadero, todo ello aderezado con la idea de que si hubiésemos sido protestantes en lugar de católicos nos hubiese ido mejor).

También nos encontramos con alguna que otra escena totalmente absurda para la época, ya que no me resulta muy creíble que alguien al que se puede considerar como un vulgar rufián compita por los amores de una meretriz con el mismísimo rey de las Españas y siga vivo para contarlo, sobre todo si ha llegado a desenvainar la espada en su presencia.

No obstante, «El caballero del jubón amarillo» tiene cosas buenas, como la parte de la trama dedicada a la conspiración para acabar con la vida de Felipe IV y los ejemplos de la franca enemistad existente entre Quevedo y Góngora.

Valoración: Decepcionante. Dos estrellas.

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