Stalingrado

Género: Historia
Publicado en: 1998
Título original: Stalingrad
Sinopsis: Stalingrado fue la primera y más decisiva derrota de Hitler. El autor, combinando de manera magistral su conocimiento de las realidades de la guerra con las técnicas narrativas de un gran novelista, hace una soberbia reconstrucción de aquella gesta mostrándonos, en toda su crudeza, la experiencia humana de la guerra, combinando cartas y diarios de los soldados y testimonios orales de los civiles atrapados en la ciudad sitiada. En Stalingrado se libró la batalla más decisiva de la Segunda Guerra Mundial. Su historia ha sido contada muchas veces, pero nunca como en este libro de Antony Beevor.

Opinión:
Hace poco me encontré en uno de los blogs que sigo con la reseña de este libro. Además de disfrutar leyéndola, me recordó que «Stalingrado» es uno de mis "asuntos pendientes"; uno de esos libros que quieres reseñar pero que nunca acabas de lanzarte a hacerlo.

En este caso en particular, antes de empezar a hablar del libro me gustaría comentar un poco sobre los antecedentes de la batalla de Stalingrado. Si ya conocéis el tema podéis saltaros esta parte y no hacer click en la parte de LA HISTORIA y pasar directamente a la de EL LIBRO, pero si no es así, os recomiendo que lo hagáis (una observación, haber visto la película «Enemigo a las puertas» no cuenta como conocer los antecedentes).

LA HISTORIA

Carlos Caballero Jurado escribió:
Se puede afirmar que hay cuatro batallas decisivas en la Segunda Guerra Mundial. Y todas tuvieron lugar en el frente del este. La primera fue la de Moscú, en el invierno de 1941-1942. En ella quedó claro que las fuerzas armadas alemanas ya no podrían ganar la guerra en los términos por ellas planteados al prinipio del conflicto: una sucesión de cortas y victoriosas campañas relámpago.
La segunda fue la de Stalingrado, en el invierno de 1942-1943, que vino a decirle al mundo que Alemania no podría ganar la guerra aunque sí podría lograr un desenlace en tablas.
La tercera fue la batalla de Kursk, el titánico combate de carros del verano de 1943, cuyo resultado hizo que quedara ya fuera de duda que Alemania iba a perder la guerra. Solo faltaba por saber la envergadura de esa derrota y cuánto duraría la agonía.
El veredicto lo dio, en el verano de 1944, el resultado de la operación Bagration: Alemania no podría aguantar más de un año y su derrota sería absoluta.

Puede que no todo el mundo esté de acuerdo con esta afirmación (para mi refleja una verdad como un templo), ya que significa que tanto el frente del Pacífico como el frente occidental, incluido el norte de África, fueron meros teatros secundarios y que la guerra, aunque Hollywood se empeñe en lo contrario, se decidió en el frente ruso.

Otro punto de discusión es cuál de las cuatro batallas anteriores fue el verdadero punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial. No obstante hay algo que muy pocos discuten, la batalla de Stalingrado ha sido la más sanguinaria y cruel, no solo de la Segunda Guerra Mundial si no de toda la historia de la humanidad.

Operación Barbarroja
El 22 de junio de 1941 Alemania invadió la URSS empleando para ello tres grupos de ejercitos, el grupo de ejércitos Norte, al mando de von Leeb y cuyo principal objetivo era Leningrado; el grupo de ejércitos Centro comandado por von Bock y orientado a la toma de Smolensk y posteriormente de Moscú; y el grupo de ejércitos Sur, al mando de von Rundsted y con el objetivo de la toma de Kiev.
El avance de los ejércitos de Hitler fue imparable; en septiembre habían cercado Leningrado (actual San Petersburgo), en octubre tenían Moscú al alcance de la mano y en diciembre habían conquistado las actuales Lituania, Letonia, Estonia, Bielorrusia y la práctica totalidad de Ucrania. Pero todo eso cambió cuando fueron frenados a las puertas de Moscú. Este hecho significó que se detuviese por completo el avance en el frente norte, lo que obligó a Hitler a replantearse la estrategia.

Al iniciarse 1942, los grupos de ejércitos Norte y Centro se encontraban estancados frente a Leningrado y Moscú respectivamente. Además, en esas fechas ocurrió algo que influiría significativamente en los acontecimientos posteriores; el 1 de diciembre von Rundsted, hasta entonces al mando del grupo de ejércitos Sur, se enfrenta a Hitler al proponer que se detenga el avance durante el invierno y se fortifiquen las posiciones; ante la negativa a seguir avanzando es destituido del mando y sustituido por von Reichenau, quien se encontraba al mando del VI ejército. El mando del hasta entonces invencible VI ejército pasó manos de su jefe de estado mayor, Fiedrich Paulus, un general sin ninguna experiencia previa de mando en batalla.

A medida que transcurría el año 1942 se hacía más evidente la imposibilidad alemana de tomar la capital soviética, lo que obligó al alto mando alemán a buscar nuevos objetivos. Asó fue como el 9 de julio de 1942 se puso en marcha la Operación Azul, cuyo objetivo eran los campos petrolíferos del Cáucaso. Para ello detuvo el avance del Grupo de ejércitos Sur a través de Ucrania y fue dividido en los grupos A (List) y B (von Bock).

El plan inicial consistía en que el Grupo A se dirigiese al Cáucaso y que el Grupo B le cubriese el flanco izquierdo. Pero el 13 de julio Hitler cambió los planes y ordenó que el Grupo B, formado por el VI ejército (Paulus) y el IV ejército Panzer (Hoth), abandonase la idea inicial y se dirigiese a Stalingrado, controlando así el río Volga que era una de las principales vías de aprovisionamiento de Moscú.

El 16 de julio Hitler ordenó que el IV ejército Panzer abandonase el Grupo B y reforzase al Grupo A en su avance hacia el Cáucaso, dejando en manos del IV ejército la toma de Stalingrado.

El 30 de julio se vuelven a cambiar los planes y se ordena al IV ejército Pánzer que retome su objetivo inicial y apoye al IV ejército en la toma de Stalingrado.


Estos cambios de planes, con el retraso que significaron, supusieron que se perdiese por completo el factor sorpresa y que el Ejército Rojo tuviese tiempo de preparar la defensa de Stalingrado.
Además se produjo un hecho de vital trascendencia; debido a la disposición sobre el terreno hubo un momento en el que el IV ejército Panzer y el VI ejército se cruzaron (círculo rojo en el mapa). Todo cruce de ejércitos es problemático y este no iba a ser una excepción ya que en la confusión creada (hay que tener presente que un ejército en movimiento no es una fila de 200 000 soldados uno detrás de otro) gran parte de los suministros del VI ejército se fueron con el IV.

El 23 de agosto de 1942 el VI ejército llegó a Stalingrado, dando comienzo la batalla más cruel de la historia de la humanidad.

EL LIBRO


La batalla de Stalingrado fue diferente a todo; ni antes ni después ha existido nada igual. Referirse a ella como una carnicería es quedarse muy lejos. Una carnicería fue la batalla del Somme, en la Primera Guerra Mundial, donde hubo alrededor de un millón de bajas (de las cuales "solo" 300 000 fueron muertos y desaparecidos) a lo largo de los 140 días que duró.

Durante los 164 días de la batalla de Stalingrado hubo más de dos millones de muertos (el doble que en toda la Guerra Civil Española); del poco más de un millón de habitantes que tenía la ciudad —a los que Stalin les prohibió abandonarla bajo pena de muerte— únicamente sobrevivieron unos 10 000.


En Stalingrado se conoció un nuevo tipo de guerra a la que los alemanes llamaron Rattenkriegg (guerra de ratas) y los soviéticos Academia de lucha callejera. En Stalingrado no se luchaba por el control de los barrios de la ciudad, ni siquiera por dominar manzanas; se luchaba por cada montón de escombros de cada habitación de cada planta de cada casa de la ciudad.



11 de septiembre: nuestro batallón combate en las afueras de Stalingrado. El fuego no cesa. Mires donde mires hay fuego y llamas. El cañón y las ametralladoras rusas disparan desde la ciudad en llamas: ¡qué fanáticos!
16 de septiembre: nuestro batallón y los tanques atacan el elevador de grano. El batallón sufre muchas bajas. El elevador está ocupado, no por hombres, sino por diablos que ni las balas ni las llamas pueden destruir.
18 de septiembre: prosigue el combate dentro del elevador. Si todos los edificios de Stalingrado son defendidos así, ninguno de nuestros soldados regresará a Alemania.
22 de septiembre: hemos vencido la resistencia rusa en el elevador. Nuestras tropas avanzan hacia el Volga. En el elevador sólo encontramos unos 40 rusos muertos.
26 de octubre: quién hubiera creído, hace 3 meses, que en lugar de la alegría de la victoria tendríamos que soportar semejantes sacrificios y torturas, cuyo final no está a la vista. Los soldados dicen que Stalingrado es la fosa común del ejército alemán.
Diario de un soldado alemán muerto en Stalingrado


Mirad por favor estas fotos:

La Wehrmacht camino de Stalingrado en el verano de 1942

Grupo de asalto alemán en Stalingrado

Soldados alemanes preparándose para lanzarse al ataque
 
Primer plano del grupo anterior
Además de lo evidente —son alemanes y están en Stalingrado— todos tienen algo en común: ninguno de ellos volvió vivo a Alemania (únicamente dos de cada mil lo consiguieron)

Antony Beevor nos cuenta sus historias, nos sumerge de lleno en la vorágine de la batalla. Por la mañana atacamos la acería Octubre Rojo con los alemanes y por la tarde contraatacamos con los soviéticos. Estamos junto al sargento Pavlov durante la defensa de "su" casa y sufrimos con la Wehrmatch en la "casa de los especialistas". Morimos en la fábrica de tractores Dzerzhinsky y en el elevador de grano. Estamos junto a Paulus en su cuartel general de los almacenes Univermag cuando Hitler prohibe retirarse y junto al general Yeriómenko cuando en las primeras fases de la batalla, refugiado en su bunquer del barranco del Tsaritsa, ve como el control de la ciudad se le escapa de las manos.

Somos uno de los reclutas del Ejército Rojo, lanzados contra las trincheras alemanas sin la más mínima opción de sobrevivir ya que si retrocedemos seremos uno más de los 13000 soldados ejecutados por la NKVD por cobardía ante el enemigo, y somos un zapador alemán que se arrastra por las alcantarillas de la ciudad sabiendo que al menor ruido que hagamos nos caerá encima una lluvia de granadas soviéticas.

También nos ponemos en la piel del millón de civiles atrapados en la ciudad por capricho de Stalin, o en el lugar de los soldados rumanos e italianos que serían borrados del mapa durante el contraataque del Ejercito Rojo y que acabaría en el cerco del VI ejército.

La grandeza de este libro es que, pese a contarnos y hacernos vivir todo eso, Stalingrado no es un libro de vivencias, es un ensayo histórico, y gran parte de ello se lo debemos a Mijaíl Gorbachov ya que gracias a la Glásnost los historiadores, Beevor entre ellos, tuvieron acceso a innumerables documentos de la época de la Segunda Guerra Mundial que hasta entonces se encontraban clasificados como alto secreto.

Basándose en ellos, Beevor nos muestra la situación global, explicándonos que hizo que Paulus y el VI ejército acabasen cercados y aniquilados en Stalingrado, y tratando de responder a cuestiones como el número de bajas o si Paulus hubiese tenido posibilidades de romper el cerco, desobedeciendo a Hitler, y salvar a su ejército.

Podría pasarme horas hablando sobre este libro y sobre la batalla de Stalingrado, ya que se trata de uno de mis libros preferidos, pero creo que lo mejor será dejarlo aquí e invitaros encarecidamente a que lo leáis.

Valoración: Si te gusta la historia es un libro imprescindible. Cinco estrellas.

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2 Comentarios

  1. me encantaría saber cómo se consigue en el interior del país. un gran libro de un gran historiador

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  2. Pues francamente, no tengo ni idea de cómo conseguirlo en Argentina.
    En España está en casi todas las librerías.

    Un saludo y me alegro de que también te guste el libro.

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