Mediohombre

Género: Novela histórica - Aventuras
Publicado en: 2009
Título original: Mediohombre
Sinopsis: 13 de marzo de 1741, el almirante inglés Edward Vernon arriba a Cartagena de Indias; le acompañan 186 naves y casi 30 000 hombres para iniciar el desembarco más audaz de todos los tiempos y destruir la ciudad. Frente a él se encuentra el almirante Blas de Lezo y Olavarrieta, Mediohombre, con sólo tres mil hombres y seis navíos a su cargo; se le ha encomendado la defensa de Cartagena de Indias. Cualquiera en su sano juicio se habría rendido de inmediato. Cualquiera excepto Lezo.

Blas de Lezo es Mediohombre, el estratega más genial de todos los tiempos. Esta es su historia y la historia de una defensa heroica y singular: el Sitio de Cartagena de Indias. Una gran novela de aventuras, en la que una brillante reconstrucción del hecho histórico y un ritmo trepidante mantienen al lector enganchado de la primera a la última página, acercándonos a un episodio olvidado de la Historia en el que se impusieron el ingenio y el valor.

Opinión:
Si os habéis dado cuenta, he catalogado la novela dentro de dos géneros, Novela histórica y Aventuras. Lo he hecho así porque Mediohombre se puede leer de dos formas diferentes y, dependiendo de que enfoque se le de, mi opinión es completamente distinta. Me sucedió lo mismo cuando fui al cine a ver Matriz Reloaded. Con esta película, los hermanos Wachowski consiguieron hacer una pésima continuación de Matrix pero les salió una soberbia película de acción.

El libro narra, de forma novelada, la defensa que protagonizaron los españoles, al mando del Almirante Blas de Lezo, durante el asedio de Cartagena de Indias por parte de la flota inglesa comandada por el Almirante Edward Vernon. Esta acción se encuadra dentro de la llamada Guerra de la oreja de Jenkins, que hay que reconocer que es un curioso nombre para una guerra.

Si quieres saber algo más sobre lo que ocurrió, pulsa el botón de abajo.


La guerra de la oreja de Jenkisns, o Guerra del Asiento, comienza con una oreja. En 1731, frente a las costas de Florida, el capitán de navío Julio León Fandiño captura al pirata y contrabandista inglés Robert Jenkins a quien, en lugar de apresarlo y/o ajusticiarlo, le corta una oreja como castigo. Ahí quedó todo y no se volvió a hablar más del tema durante los siguientes seis años.
En 1738, como parte de una campaña belicista por parte de la oposición parlamentaria en contra del primer ministro inglés Robert Walpole, Jenkins compareció en la Cámara de los Comunes y, con la oreja en la mano, relató como los españoles le habían capturado injustamente y como el capitán español le había cortado la oreja al tiempo que le decía -siempre según su testimonio- "Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve". Finalmente, con la excusa de lavar una afrente pero con la intención de arrebatar al imperio español el control sobre las rutas comerciales del Atlántico, el 23 de octubre de 1739 Inglaterra le declaró la guerra a España. Fue la que se conoció como la Guerra de la oreja de Jenkins.
En noviembre de 1739, los ingleses atacan y destruyen la ciudad jamaicana de Portobelo (por aquel entonces más conocida como Puerto Bello). Aunque la trascendencia militar del acto fue mínima, su importancia propagandística en Inglaterra fue enorme, de hecho, durante la cena en honor a Vernon en 1740, se presentó un nuevo himno creado para conmemorar la victoria, que no es otro que el actual himno nacional británico God Save the King.
En marzo de 1740, el almirante Vernon lanzó un primer ataque sobre Cartagena de Indias, lugar donde confluían la mayor parte de las riquezas de América antes de ser enviadas a Europa. Esta acción se planteó más como una operación para tantear las defensas españolas que como opción real de conquista. Los ingleses bombardearon la ciudad e intentaron un desembarco con 400 hombres que fueron rechazados sin demasiados problemas. Una semana después de iniciado el ataque, los ingleses se retiraron. Dos meses después, la flota inglesa intentó por segunda vez el ataque a al ciudad, siendo nuevamente rechazados.
Cartagena de Indias vivió entonces diez meses de relativa calma, pero este fue el tiempo que necesitaron los ingleses para reunir la mayor flota conocida hasta entonces, 186 naves (60 más que la Armada Invencible) y más de 27 000 hombres -siendo la segunda más grande de toda la historia, únicamente superada por la flota aliada que protagonizó dos siglos después el desembarco de Normandía-.
El 13 de marzo de 1741 Edward Vernon ordena bloquear el puerto de Cartagena de Indias con su flota, al tiempo que desembarca el primer contingente de infantería y artillería. Enfrente se encontraba Blas de Lezo, al mando de una flotilla de 6 naves, 3 000 hombres entre soldados y milicia (algunas fuentes hablan de 6 000) y 600 arqueros indios.
Las operaciones se iniciaron ese mismo día con el ataque por tierra y mar al fuerte de San Luis de Bocachica, defendido por Carlos Desnaux, ingeniero militar suizo, al mando de 500 hombres. Finalmente el fuerte tuvo que ser abandonado, al igual que el castillo de Bocagrande, reuniéndose las fuerzas españolas en el castillo de San Felipe de Barajas, principal defensa de la ciudad.
Fue entonces cuando Edward Vernon cometió el error que marcó su carrera, dio la victoria por conseguida y mandó un correo a Jamaica comunicando que había conseguido tomar la ciudad. El informe se reenvió más tarde a Londres, donde las celebraciones alcanzaron cotas aún mayores que las realizadas por Portobelo, llegando a acuñarse medallas conmemorativas en las que aparecía Blas de Lezo arrodillándose ante Vernon. Por aquel entonces Lezo era tuerto, cojo y tenía una mano impedida debido a diferentes heridas sufridas años atrás (de ahí el sobrenombre de Mediohombre), pero ninguna de estas taras se reflejó en las medallas con el fin de que no se tuviese la idea de haber derrotado a un enemigo débil.
La noche del 19 de abril se produjo el asalto definitivo al castillo de San Felipe que se juzgaba definitivo, llevado a cargo por tres columnas de granaderos apoyados por macheteros jamaicanos y varias compañías regulares británicas, convenientemente ayudados por la oscuridad y el constante bombardeo procedente de los buques. Al llegar se encontraron con que Blas de Lezo había hecho excavar fosos al pie de las murallas por lo que las escalas eran demasiado cortas, de tal manera que no podían atacar ni huir debido al peso del equipo. Aprovechando esto, los españoles abrieron fuego contra los británicos, produciéndose una carnicería sin precedentes. Al amanecer, los defensores abandonaron sus posiciones y cargaron contra los asaltantes a la bayoneta, masacrando a la mayoría y haciendo huir a los que quedaban hacia los barcos.
A pesar de los constantes bombardeos y el hundimiento de la pequeña flota española (la mayoría por el propio Lezo, para bloquear la bocana del puerto), los defensores consiguieron impedir desembarcar al resto de las tropas inglesas, que se vieron obligadas a permanecer en los barcos durante un mes más sin provisiones suficientes. El 9 de mayo, con la infantería prácticamente destruida por el hambre, las enfermedades y los combates, Vernon se vio obligado a levantar el asedio y volver a Jamaica. Seis mil británicos murieron frente a menos de mil muertos españoles, dejando algunos barcos ingleses tan vacíos que fue preciso hundirlos por falta de marinería
Tras intentar paliar, aunque sin éxito, este gran fracaso atacando a los españoles en la bahía de Guantánamo en Cuba y Panamá, Vernon se vio obligado finalmente a regresar a Inglaterra, donde comunicó que el triunfo del que había informado previamente no existía. Esto causó tal vergüenza a Jorge II que el propio rey prohibió, bajo pena de muerte, escribir sobre el asunto a sus historiadores.

Pero volvamos al libro. Nos encontramos ante una obra amena y de lectura fácil. El estilo de Alber Vázquez, al menos en esta novela, es muy parecido al de Arturo Pérez-Reverte en la saga del Capitán Alatriste, aunque se encuentra dos o tres peldaños por debajo del autor cartagenero. Predominan los diálogos sobre las descripciones y las que hay no son excesivamente minuciosas, lo cual ayuda a mantener el ritmo de la acción pero al mismo tiempo dificulta el seguimiento global de la misma ya que ni siquiera hay un mapa de la zona, por lo que la localización de cada acción, por no hablar de la importancia estratégica de cada movimiento, queda supeditada a la capacidad de imaginación del lector.

Como novela histórica deja mucho que desear. Dejando a parte los numerosos errores de bulto que aparecen a lo largo de la novela, nos encontramos con que falta algo fundamental en toda novela histórica que se precie, contexto.
Solo sabemos que Vernon sitia Cartagena de Indias, pero no se nos explica por qué se ha llegado a esa situación, por qué Edward Vernon y no otro, por qué Blas de Lezo y no otro, por qué Cartagena de Indias y no otra ciudad (como por ejemplo La Habana) e innumerables porqués más.
El libro está estructurado como si fuese un diario o un cuaderno de bitácora, pero una lectura detenida no nos muestra una historia hilvanada sino una serie de acciones inconexas, llenas de combates en los que prima la visión individual sobre la visión de conjunto, donde predominan la acción y los diálogos plagados de exabruptos.
–¿Es que no me habéis oído, hatajo de gandules? ¡Vamos, quiero más brío! ¿A qué hemos venido? A enviar perros ingleses al fondo del mar. ¡Y eso es lo que vamos a hacer! ¡Por Dios que lo vamos a hacer!
Únicamente hay dos tipos de personajes, Blas de Lezo -un cruce entre un porquerizo y Hércules, carente de ningún sentimiento más allá del honor y una adoración por la muerte digna de Millan-Astray- y el resto, una serie de ineptos patanes que existen simplemente porque Lezo, cual Chuck Norris, les permite existir.
Flaco favor le hace esta caricaturización a Blas de Lezo, uno de los más insignes y brillantes militares que ha tenido España.

Como novela de aventuras es magnífica, absorbente, trepidante, un pasar página sin cesar. Es un libro que se lee casi del tirón, en el que predomina la acción sobre la reflexión y la determinación sobre las dudas. Nadie tiene miedo a morir, como mucho preocupación, todos asumen la muerte como algo inevitable lo que les lleva a afrontar actos de gran heroísmo, como la carga con cuchillo y bayoneta en medio de la niebla, sabiendo que arriesgar la vida hasta el extremo es la única forma de conservarla. Como decía Sven Hassel en uno de sus libros sobre el frente ruso de la Segunda Guerra Mundial "El soldado más peligroso es aquel que sabe que ya está muerto" (no puedo asegurar que esas fueran las palabras exactas, pues las cito de memoria, pero el sentido sí que lo es).

Valoración: Si pretendes leer una novela histórica sobre la figura del insigne almirante Blas de Lezo durante el sitio de Cartagena de Indias por la flota inglesa, dos estrellas.
Si pretendes leer una novela de aventuras en la que la acción te mantenga pegado al sillón sin poder soltar el libro de tus manos, cuatro estrellas.

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4 Comentarios

  1. Gracias por descubrirme esta novela, no la conocía, y sin duda me interesa mucho.
    Un saludo.

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  2. La verdad es que es un libro que pega bastante con tu blog.

    Si al final la lees, ya me contarás qué te ha parecido.

    Un saludo

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  3. Acertada reseña. Si quieres-queréis ampliar más detalles técnicos sobre el asunto, os invito a echar un vistazo a http://lanovelaantihistorica.wordpress.com.
    Ahí se responde a batsante porqués de los que planteabas en torno a esta novela.

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  4. Estoy encantado de que te hayas pasado por mi blog.

    De hecho, «La novela antihistórica» es uno de mis blogs preferidos.

    Un saludo.

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