El halcón maltés

Género: Novela negra
Publicado en: 1930
Título original: The Maltese Falcon
Sinopsis: En el siglo XVI, los Caballeros de la Orden de Malta obsequiaron al Emperador Carlos V con la estatuilla de un halcón de oro macizo e incrustaciones de piedras preciosas. Era una muestra de gratitud por ciertas prerrogativas que el monarca les había concedido. Sin embargo, la joya no llegó nunca a manos del Emperador, ya que la galera que la trasportaba fue asaltada por unos piratas.
Cuatrocientos años después, el detective privado Sam Spade y su socio, Archer, aceptan el encargo de una joven que quiere encontrar a su hermana, que ha desaparecido con un tal Floyd Thursby, un hombre sin escrúpulos.

Opinión:
Las tendencias literarias van y vienen. Temáticas que hoy en día parecen casi imprescindibles, hace unos años eran leídas por una minoría.

Obras como «El código DaVinci», «Los juegos del hambre» y «Cincuenta sombras de Grey» han abierto las puertas para que entren en las librerías multitud de "imitadores". Pero esas puertas se van cerrando y poco a poco irán llegando a las librerías menos obras con temáticas que hoy están de moda. Aparecerán nuevos autores, se explotarán nuevas ideas, resurgirán géneros literarios y el ciclo volverá a repetirse.

Sin embargo, hay un género que lleva noventa años vendiendo libros y que parece no verse afectado por modas pasajeras, la novela negra (vale, admito que desde la aparición de «Los hombres que no amaban a las mujeres» la novela negra nórdica vive una época de esplendor, pero no se trata más que de un vaso de agua que se añade al mar).

Cientos de autores nos cuentan las historias de detectives, hampones, policías, ladrones, confidentes, estafadores y similares. Miles de libros nos sumergen en los bajos fondos de ciudades de todo el mundo y nos hacen vivir situaciones que deseamos no tener que experimentar en nuestras carnes. Y todos ellos tienen en común que, en mayor o menor medida, han seguido la senda marcada por Samuel Dashiell Hammett.

Es muy arriesgado decir que alguien es el padre de un género literario, y este caso no es una excepción pero creo que puedo decir, sin temor a equivocarme mucho, que Dashiell Hammett es uno de los padres de la novela negra –junto a colegas como Carroll John Daly, Erle Stanley Gardner y Raymond Chandler–.

Aunque Dashiell Hammett no fue un autor prolífico (publicó su primer cuento en 1922 y su última novela –de un total de cinco– en 1934) su obra ayudó a sentar las bases de lo que hoy en día son tanto la novela negra como el cine negro.

Pero dejemos ya de divagar y empecemos a hablar del libro.

En 1530, Carlos I cede la isla de Malta a la orden de los Hospitalarios, que ocho años antes habían sido expulsados de Rodas por Solimán el Magnífico. Como contrapartida, los Caballeros Hospitalarios, conocidos desde ese momento como Caballeros de la Orden de Malta, debían entregar al emperador un halcón peregrino entrenado para la cetrería.
La Orden de Malta entregó su tributo hasta el año 1798, año en el que Napoleón los expulsó de la isla. Durante doscientos sesenta y ocho años, cada uno de noviembre, fue entregado el correspondiente halcón. Todo eso son hechos históricos.

Hammett parte de esta historia y transforma ese tributo en un único halcón, una obra maestra de orfebrería fabricada en oro macizo y con incrustaciones de piedras preciosas. Pero la joya nunca llegó a manos del rey de España ya que el barco que la trasportaba fue asaltado por piratas y el rastro del halcón desapareció para siempre, hasta convertirse en poco más que una leyenda.

Cuatrocientos años después, miss Wonderly entra en el despacho de Sam Spade, un detective privado, para que le ayude a encontrar a su hermana pequeña, Corinne, que se ha fugado con un individuo nada deseable.

Sam Spade es un investigador a sueldo que, junto con su socio Archer, sobrevive como puede en el San Francisco de la Gran Depresión. Es el prototipo del detective privado; duro, cínico y de vuelta de todo. Utiliza a la gente que le rodea en su propio interés. Es consciente de su éxito con las mujeres, aunque ni él mismo tiene muy claro cómo lo consigue, y no duda en explotar esa característica para conseguir lo que pretende.
 
Tiene un código moral estricto, si algo le beneficia es que está bien hecho y si alguien se mete con él lo pagará caro. Para Sam Spade la ley es un instrumento para conseguir sus fines, pero no es, ni de lejos, el único instrumento imposible. Igual que no se emplea un destornillador para clavar un clavo, no duda en saltarse la ley cuando la ocasión lo merece.
 
En pocas palabras, Sam Spade no es un ángel, es un cabrón.

Como ya he comentado, Sam Spade es duro, brutal e insensible a veces –más bien casi siempre– y ese rasgo de su caracter se ve acentuado por el estilo que imprime Dashiell Hammett a su obra; seco y cortante, casi espartano.

Los diálogos son una parte fundamental de la novela, son abundantes pero lacónicos; si algo se puede decir con tres palabras Hammett no emplea cuatro para hacerlo. Esa característica impregna toda la novela, confiriéndole un estilo propio que combina muy bien con el género de la novela negra. Si habéis visto las películas «El sueño eterno» y «El halcón maltés» solo tenéis que pensar en los personajes que interpreta Humphrey Bogart para saber a que me refiero.

La trama te atrapa desde el principio, tal vez se deba a la ausencia de adornos literarios o tal vez no pero en cuanto vas por la quinta página ya estás deseando saber que pasa en la sexta. Hay intriga, hay acción y, como no, se muestra el lado más oscuro del ser humano.

Hasta el final no tienes claro quién es el cazador y quién la presa. Tienes la sensación de que Sam Spade va siempre un paso por delante de los demás, pero en ningún momento puedes librarte de ese regusto amargo que deja el sospechar en todo momento que nuestro protagonista no es más que un peón en una partida que le viene grande.

Valoración: Aunque los entendidos dicen que no es la mejor obra de Dashiell Hammett, para mi estamos ante un libro imprescindible que se merece cinco estrellas.

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